miércoles, 27 de diciembre de 2023

LA SEMANA SETENTA (DANIEL 9:27).

 




LA SEMANA SETENTA.


INTRODUCCIÓN:

Explicar el tema del cumplimiento de las profecías bíblicas de los tiempos del fin, dentro del marco equivocado de lo que en realidad representa la septuagésima semana (Daniel 9:27), no es más que una osadía que concluirá, indudablemente, en más confusión para el oyente que intenta comprender el asunto, y que a la larga podría incurrir en condenación para el que enseña mal las profecías escritas en la palabra de Dios, como lo dice el Señor en sus palabras registradas en Mateo, capítulo 5, versículos del 17 al 20, hablando de sus leyes o  profecías por cumplirse:

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Mucha atención a esto: cuando nuestro Señor dice: De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, refiriéndose al hecho de torcer el sentido de sus profecías, aún en sus más minúsculos detalles, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos.

Porque, ¿cuál es el sentido de enseñar y predicar la palabra de Dios? ¿agradar a los hombres o a Dios? 

Porque cuando estábamos en el mundo agradábamos a los hombres, y si estando en Cristo, seguimos agradando a los hombres, ya no somos siervos de Cristo. Porque es otro evangelio el que se estaría predicando; por lo tanto se convierte en anatema esas enseñanzas. (Gálatas 1:6-10).

De manera que, si alguien, ignorando lo que significa, o lo que representan, en este caso, las setenta semanas (que es una ley de Dios, una orden que ha de cumplirse en el tiempo establecido, como lo leemos en Daniel, capítulo 9, versículos del 22 al 27), y de cómo fue el desarrollo de su cumplimiento desde sus inicios;  pretende dar una explicación doctrinal, enseñando lo que considera sería lo que Dios quiso decir allí, el tal, es un osado, porque enseña delante de Dios, lo que Dios no le ha mandado a decir. Explicando lo que él mismo no entiende, y diciendo cosas contrarias a la verdad. De manera que sus seguidores y él mismo, siguiendo sus enseñanzas, sin duda caerán en el hoyo.

Esta imprudencia de enseñar lo que no se entiende de las sagradas palabras que Dios habló por medio de sus profetas, es una constante entre muchos indoctos que tuercen las escrituras para su propia perdición.

Porque no se ha tenido el temor reverente a Dios y a sus palabras, y piensan que pueden usar metodologías de interpretación bíblica para entender a Dios.

¿Acaso fue que no entendieron que el Señor dijo por medio del profeta Isaías, en el capítulo 55, versículos 8 y 9, que sus pensamientos no son nuestros pensamientos, y sus caminos no son nuestros caminos, porque así como son más altos los cielos que la tierra, así son sus caminos más altos que nuestros caminos, y sus pensamientos, más que nuestros pensamientos?

Y esto se debe, a que muchos no entienden, que el conocimiento de la verdad viene al hombre por revelación de lo Alto, y no por elección del pensamiento humano.

Es decir, todo el que recibe a Cristo nuestro Señor, en su vida, lo recibe porque la verdad le fue revelada a su espíritu, la cual iluminó su vida para ser llamado al camino de la salvación, este es el primer paso para conocer a Dios.

Él, se nos reveló y le recibimos; en tal sentido, no fue que fuimos muy inteligentes, sino que él se nos reveló cuando vivíamos desorientados en nuestros delitos y pecados. 

De allí en adelante, la vida de un nuevo creyente deberá ser guiada directamente por él, el buen pastor, y no por los hombres, aunque se hagan llamar pastores de rebaños.

De modo, que si el nuevo creyente comienza a escuchar los pensamientos de los hombres que "interpretan la voluntad de Dios", el tal se habrá apartado de la revelación de Dios a su vida, y he aquí el meollo del asunto.

Hasta finales del siglo XX, nuestro Señor, no había quitado el velo que mantenía cubierta la revelación de las setenta semanas, ni de cómo sería el cumplimiento de su última semana, porque el libro del profeta Daniel, donde se encuentra la revelación del tiempo determinado, y la identidad de la bestia del futuro, que surgirá de uno de los imperios del pasado, estaba sellado y cerrado; es decir, que el conocimiento de la revelación dada por Dios para los tiempos finales, por medio de sus profetas, estaba velado,  escondido del saber humano, como se le ordenó a Daniel, como está escrito:

Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará...

...Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.
Daniel, capítulo 12, versículo 4, y versículo 8 al 10.

Es, pues, ahora, cuando Dios se ha placido desvelar el misterio de las revelaciones que estaban cerradas y selladas.

Pero ahora que Dios desvela el misterio, encuentra que todas las diferentes sectas religiosas, tienen su propia versión de lo que ellos consideran que Dios quiso decir,  y de cómo será el desenlace de las profecías en los últimos tiempos.  
Pero, por su puesto, con esa intención hizo la demora en desvelar sus misterios de los tiempos finales, porque con esta confusión que se ha generado por la proliferación de falsas enseñanzas, Dios va a conocer quien se apartará del engaño para seguir la verdad que ahora él, ha expuesto al mundo con su revelación al descubierto.

Y estoy sorprendido de como hay hermanos queridos en la fe, que están convencidos, y así lo enseñan, que la última semana que falta por cumplirse de las setenta semanas que se determinaron, representa el tiempo de la gran tribulación; que para ellos, no es otra cosa, que la ira de Dios,  que según  algunos creen (porque se les enseñó así),  comenzará con un tratado de paz que se firmará entre el anticristo y el gobierno de Israel, o el Statu Quo en Israel.

Este grupo que cree este pensamiento o idea que la han convertido en doctrina, al menos cree que el cumplimiento de la septuagésima semana se dará en un futuro, porque otros grupos enseñan que la semana setenta ya se cumplió en el pasado, al final del ministerio del Mesías, y hacen coincidir, en sus interpretaciones sin fundamentos, que la mitad de esa semana se cumplió con la crucifixión del Mesías.

Así, pues, se encuentran divagando las diferentes religiones para el momento que Dios decidió revelar todo el misterio que había sido cerrado y sellado hasta los tiempos del fin.

Ahora, ¿Qué se supone que harán todas las religiones cuando se proclame el verdadero conocimiento de la revelación bíblica?

Pues, ellos se opondrán a la verdad, y no admitirán que siempre estuvieron equivocados; entonces, allí ellos estarán al nivel de aquellos escribas y fariseos hipócritas, que rechazaron al Mesías, la piedra principal de toda la profecía, desechada por los edificadores, esto es, a Jesucristo, el Hijo de Dios (Hechos 4:11); amando más a la mentira que la verdad.

Esto que está ocurriendo en la actualidad con esta confusión doctrinal,  es lo que muestra la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13), que representa a todos los llamados a la salvación, dentro y fuera de las organizaciones religiosas, donde el 50 por ciento de ellas son prudentes, y el otro 50 por ciento, insensatas.

Ambas tienen sus lámparas, refiriéndose a la palabra de Dios (Salmos 119:115).

El aceite dentro de sus lámparas, que hasta esos momentos las mantuvo encendidas a todas ellas, representa el conocimiento escaso de la Palabra, que mantienen aún a las vírgenes en luz hasta esos momentos; sea que dicho conocimiento lo haya recibido por revelación del Espíritu, o por la interpretación del pensamiento humano que es el aceite adulterado.

La parábola habla de la dispensación de un nuevo aceite, un aceite fresco, que es muy valioso; ofrecido a las vírgenes por aquellos que lo venden, es decir, por aquellos que les ha sido confiada la revelación, que tienen el encargo de transmitir el conocimiento que recibieron del Espíritu, a las vírgenes (Isaías 44:6-8), de las revelaciones indicadas en sus lámparas, la Biblia.

Las vírgenes prudentes que son sensibles a la voz de Dios, escuchan a los que ofrecen el aceite fresco, y creen, y deciden proveerse de ese aceite, mas las insensatas, persuadidas por el engaño del aceite adulterado de sus lámparas, deciden no comprar, porque están muy confiadas en su viejas enseñanzas, las cuales les indican que ellas no estarán cuando se manifieste el anticristo, porque se habrán ido en el rapto secreto.

Tal confusión no les permitirá entender que el anticristo, aquel que fue identificado y mostrado a través del aceite fresco, es el mismo que viste y calza. Ellas dicen: este nuestro viejo aceite será suficiente para que nos alcance hasta que desaparezcamos en el rapto secreto, después si se manifestará el anticristo como se nos enseñó, no antes.

Menospreciando, de este modo, el conocimiento que las puede guiar a la salvación en estos tiempos finales.

Aquí les comparto para honrar a mi Señor, un poco del aceite fresco, y valioso como el oro, para que lo comprueben. y puedan decir: verdad, es (Isaías 43:8-9).

CONTEXTO HISTÓRICO PARA EL INICIO DE LAS SETENTA SEMANAS DETERMINADAS AL MUNDO, ES DECIR, A LOS GENTILES, EN FUNCIÓN DEL PRIMER PACTO ( PACTO DE DIOS CON ISRAEL).

Durante 33 años, he venido explicando en qué consiste esta última semana profética que pertenece a las setenta semanas que Dios determinó para el mundo, en función de la restauración del primer pacto de Dios con su pueblo de Israel, y de su santa ciudad, Jerusalén, desde su regreso de Babilonia, a donde fueron llevados cautivos por causa de su pecado contra Dios y contra su santo pacto (Daniel 9:1-27) que estableció con ellos en Egipto, y ratificó en Jerusalén con la edificación y dedicación del templo de Dios hecho de piedra, bajo el mando del rey Salomón (1 Reyes 9).

Dicha profecía revela que desde la salida de la orden para la restauración y la  edificación de Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrían de cumplirse siete semanas y sesenta y dos semanas.
Para la debida comprensión de este misterio, es necesario preguntarle al mismo Señor, el autor de sus leyes, por el significado que tiene esas primeras siete semanas que fueron diferenciadas de las sesenta y dos semanas subsiguientes, en su programa de ejecución de ese tiempo establecido.

La siguiente explicación es la respuesta de Dios que vino a mi por revelación, y que da luz al misterio de las setenta semanas.

Restaurar y edificar,   fueron términos usados en esta profecía, en correspondencia a dos hechos simultáneos, en el contexto histórico de lo acontecido a Israel y a su santa ciudad, en ese entonces; los cuales fueron: la rotura del pacto por setenta años, y la destrucción total de la ciudad, Jerusalén; de manera, que se pudiera entender, que Dios rompió su pacto con Israel durante los 70 años de cautiverio , como lo leemos en el libro de Jeremías, capítulo 25, versículo 11, y en segunda de Reyes, capitulo 23, versículos del 26 al 27; por lo cual tuvo que destruir su templo que edificó por medio de Salomón, como señal de su indignación con la casa de Judá, como quedó registrado en segunda de Crónicas 36, del 17 al 21; y así, hacer una separación de setenta años de desolación, propicia para diferenciar el estado de muerte espiritual donde cayeron; que conllevó a rehacer nuevamente el vínculo, pero, ahora, por un tiempo determinado, a fin de cumplir con su bendito  plan de salvación para toda la humanidad, hasta culminar con la venida del Mesías Príncipe, por segunda vez a la tierra; empezando con las primeras siete semanas, que se emplearían, exclusivamente, para la restauración del pacto con la edificación del templo en Jerusalén por segunda vez, contadas desde la salida de la orden para su ejecución, la cual sería decretada por el rey Ciro de  Persia, como lo había dicho Dios por medio del profeta Isaías, doscientos años antes de nacer Ciro, como está escrito en su libro, capítulo 44, versículo 28, y capítulo 45, del 1 al 7, donde se dice:

…”que dice de Ciro: es mi pastor, y cumplirá todo lo que quiero, al decir a Jerusalén: serás edificada; y al templo: serás fundado.”…

Esas siete semanas representa el tiempo de la restauración del pacto, que simboliza un tiempo pascual, porque la pascua es la señal del pacto de Dios con Israel, vinculado a la edificación de su templo.

Dios ordenó a Israel el cumplimiento de sus fiestas anuales (Levítico 23), de año en año y de manera perpetua, durante los primeros siete meses del año, para la ratificación continua del pacto que  Dios había hecho con ellos en Egipto.

El tiempo de la ejecución de la obra del primer templo edificado por el rey Salomón, fue controlado por Dios para que se lograra en siete años (1 Reyes 6:38), a fin de que se cumpliera con el tiempo pascual, dejándolo registrado como señal del propósito divino; es decir, que para la confirmación del pacto con la edificación del templo, se precisará  siempre de un tiempo pascual, o siete unidades de tiempo, sea en días, en semanas de días, o en meses, o en semanas de años, etc. De hecho, las mismas setenta semanas determinadas, son siete decenas, siendo cada decena una unidad de las setenta semanas.

Esa es la razón por la cual el pacto de Dios con los judíos  y Jerusalén, está intrínsecamente relacionado con estas setenta semanas determinadas. Por lo cual, la restauración del pacto no está en manos de la voluntad humana, por más que los judíos pongan empeño en querer restituir el pacto con la edificación del templo de Dios en medio de su pueblo; porque es Dios quien lo restituye a su modo y a su debido tiempo; y empleará para su ejecución, a quien ya fue designado desde tiempos antiguos en sus profecías, para que realice  la obra física de su tercer y último templo, esto es, al Zorobabel del futuro (Zacarías 4), el cual está preparado y capacitado para ello, independientemente de la aprobación de las autoridades humanas o Statu Quo, que siempre están en contra de los designios de Dios.

El Señor concibió el tiempo de su creación de siete días, con el peso de su propia inmolación por causa de lo más preciado de su obra, que es el hombre, que está perdido en sus delitos y pecados (Apocalipsis 13:8).

El misterio de las palabras del Señor Jesucristo, en Marcos, capítulo 2, versículo 27, expresadas a aquellos judíos de aquel entonces, que se escandalizaban cada vez que veían al Señor Jesucristo realizar los milagros y bondades en el día de reposo, explican este asunto del séptimo día, que el hombre natural no puede entender, porque son cosas de índole espiritual, cuando les dijo:

“El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.” (Marcos 2:27).

El hombre creado en el sexto día desobedeció al único mandamiento, y pecó, y por ende hubo la separación de muerte espiritual; luego vino el séptimo día que es la gracia de Dios sobre el hombre para que no muriera para siempre, sino que fuera redimido por un gran pago,  para que la ira de Dios  fuese descargada en el séptimo día, para castigar el pecado del hombre; puesto que si el hombre pecó, el hombre debía morir; es aquí donde se interpone el amor de Dios para que el hombre no muera.

El día del reposo representa al Hijo de Dios, que vendría a dar el pago por nuestro rescate; de manera que él mismo es el cuarto mandamiento, en quien sería descargada toda la ira de Dios. Esa es la razón por la cual el hombre no fue hecho por causa del reposo, sino que el reposo fue constituido como ley, por causa del pecado del hombre, como el plan definitivo para la redención. 

Esa es la gran solemnidad de ese día, que el judaísmo y todas las religiones desconocen.

El día de reposo fue hecho para quitar con él, el pecado del mundo, porque la paga del pecado es la muerte; siendo el reposo de la ira de Dios, el mismo regalo de Dios, que es Jesucristo crucificado.

El hombre pecó, el hombre debe morir: esa es la Justicia perfecta; aquí, se interpone Cristo voluntariamente en sacrificio vivo.

El hombre pecó, y la sangre de un animal degollado redime al hombre: es Justicia imperfecta.

Porque si aquel primero (primer pacto) hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo (Nuevo pacto). (Hebreos 8:7).

Por lo cual, esta escrito en el libro del profeta Jeremías, capítulo 31, del versículo 31 al 34, lo siguiente:

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”

La institución de los sacrificios de animales, creada mediante la ley que dio el Señor a Moisés, para que el pueblo de Israel lavara sus pecados; fue una solución provisional y limitada en su eficacia, para redimir el pecado, tanto a judíos como a gentiles; pero constituiría el camino diseñado por Dios en su ley, para lograr la justicia perfecta  para la redención, mediante el sacrificio del Hijo de Dios como un cordero sin manchas ni defectos, para todo aquel que cree, sea judío o gentil.

El Hijo de Dios se hizo carne para pagar con su vida la violación de la ley que transgredió el hombre, y hacer la perfecta justicia que la ley demandaba, para que todo aquel que en él cree, no sea condenado, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16, Hebreos 4:3).

Así que sólo Dios conocía lo que el hombre necesitaba para el restablecimiento de la paz verdadera, que era la de estar en paz con Dios, y así lograr apartarnos de su ira.

Amados, si alguien se rehúsa a creer esta realidad que se encuentra bien fundamentada en la misma Palabra, se colocará a años luz para poder comprender cómo comenzó la semana setenta, o última semana en estos días finales.

Escuchen bien, la septuagésima semana ya comenzó, y hay abundantes evidencias bíblicas de su misterioso cumplimiento en nuestros tiempos, las cuales explicaré en lo sucesivo, donde se muestran sus fechas hebreas para el futuro, basadas en el registró histórico de la reedificación del segundo templo por el profeta Hageo; que contiene, a su vez, la fecha futura, 24 del mes noveno, para el comienzo del lapso de las dos mil trescientas tardes y mañanas, indicadas en Daniel 8, versículo 13 y 14, que la identifican por completo; y todo esto en armonía con la aparición de la bestia que era, y no es, y será (Apocalipsis 17:8), quien se convertirá en el anticristo a su debido tiempo, como está descrito en sus profecías bíblicas, quien perseguirá y procura matar al pueblo de Dios a nivel mundial, como un tiempo de prueba para todo el mundo. (Apocalipsis 3:20).

Volviendo al tema. Este tiempo de siete semanas diferenciadas al inicio de las setenta semanas determinadas, es el período para la restauración del pacto, que abarcaría, por consiguiente, 49 años; donde está incluido los 46 años de la edificación del segundo templo, como lo revela el evangelio de Juan, capítulo 2, versículo 20.

Con la manifestación y muerte del Mesías Príncipe, se cumplieron completamente, 69 semanas hasta su último día (Daniel: 9:26), consumándose en ese momento, el nuevo pacto, y rompiéndose, simultáneamente, el primero, cuyo hecho fue señalado con el rasgamiento del velo del templo, inmediatamente después que nuestro Señor murió, como lo registra el libro de Mateo, capítulo 27, versículo 51, como prueba del momento de la transición de los dos pactos, sin que hubiera tiempo alguno de separación que mediara entre ambos. Esta fue la razón por la cual se registró esta transición, en este preciso momento de la muerte del Mesías. Fue como fotografiar ese instante tan importante del cambio de los dos pactos.

Esta explicación aclara lo expresado en el libro a los hebreos, capítulo 8, versículo 13, refiriéndose al primer pacto, cuando dijo:

“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.”

Tal como ocurrió en el año 70 después de Cristo, cuando fue destruido el templo, desapareciendo por completo el primer pacto, dejando en ruinas a Jerusalén, como concluye el pasaje profético en Daniel, capítulo 9, verso 26.

De este modo quedó pendiente la última semana para la final restauración del pacto, con el regreso de los judíos a Jerusalén. Siendo esta la razón por la cual la profecía de la última semana dice, en el versículo 27 del capítulo 9 de Daniel, lo siguiente:

“Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que Venga la  consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.”

El espíritu de la profecía de las setenta semanas, como lo vengo explicando, revela que la confirmación del pacto está asociada con la edificación del templo de Dios en Jerusalén, para la restauración del pacto; por lo cual, deberá iniciarse con el tiempo pascual, de la misma forma como se iniciaron las setenta semanas. Y su cumplimiento deberá evidenciarse en sus antiguas profecías, para que todo aquel, vea, entienda, y crea. Este es el misterio, el cual continuaré explicando.

Ahora, estamos conscientes que hubo al principio un rompimiento del pacto por espacio de 70 años, donde Jerusalén reposó todo el tiempo de su desolación. (2 Crónicas 36:21). De igual modo ocurrió con el segundo rompimiento, como lo he explicado; pero, este nuevo rompimiento no sería por 70 años, sino por 1970 años de desolación desde la muerte del Mesías, hasta el año 2003, año para su perdón por su rebelión, cuyo año ya había sido determinado en las profecías de Oseas, capítulo 5, verso 15, y capítulo 6, versos del 1 al 2, que habló de la primera venida del Mesías, el cual dice:

“Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.
Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”

El cumplimiento de esta última semana, se encuentra ampliamente evidenciado, desde los tiempos antiguos, por medio de sus profetas, como se lo estoy demostrando.

Por lo cual, Dios ha demandado por medio del profeta Isaías, que sus profecías registradas, acerca de las cosas que  vendrán, sean ordenadas, proclamadas, y anunciadas, sin ningún temor:

“Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.” (Isaías 44:6-8).

Esta verdad revelada, ha dejado al descubierto a la mentira que el diablo ha venido sembrando por medio de sus intérpretes acerca de esto; sin embargo, hasta ahora ha hecho todo lo posible para contener su expansión, logrando que subestimen la enseñanza, para que la revelación no sea conocida.

La revelación fue traída al mundo mediante un don de conocimiento para aclarar esos profundos enigmas de las profecías por cumplirse; como también fue escrito en Isaías 43, del 8 al 13, cuando dijo:

“Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?”

Otro pasaje del libro de Isaías dice concerniente a esto, en el capítulo 46, versículos del 8 al 13, lo siguiente:

“Acordaos de esto, y tened vergüenza; volved en vosotros, prevaricadores. Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré. Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia: Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sion, y mi gloria en Israel.”


EXPLICACIÓN DEL CUMPLIMIENTO DE LA ÚLTIMA SEMANA O SEPTUAGÉSIMA SEMANA, CON SUS EVIDENCIAS BÍBLICAS.

Es conveniente entender cómo fue el ordenamiento de los años del calendario que comúnmente usamos, llamado: el calendario gregoriano, por ser el Papa Gregorio XIII, en el siglo XVI, su promotor; logrando, mediante estudios realizados por científicos en la Universidad de Salamanca, España, desde el año 1515 al 1578, tomar como guía, la primera venida del Hijo de Dios, en cuyo nacimiento se basó el inicio del orden de los años; razón por la cual se dice de él, que dividió la historia en antes de Cristo y después de Cristo.

De manera que para el año 2003 se cumplían 2003 años de su nacimiento. Esto para muchos entendidos es bien sabido y evidente, pero no para otros; por eso, esta aclaración está dirigida a algunos que hasta ahora no lo saben; de manera, que hasta el año 2023, hemos alcanzado los 2023 años del nacimiento de nuestro Señor.

El pasaje del profeta Oseas, indicado con anterioridad, revela que habrían de transcurrir 1970 años de separación del pacto desde que Jesucristo nuestro Señor murió y regresó a su lugar, al cielo; hasta el inicio del perdón, con la confirmación del pacto. Dejando registrado que para el año 2003, desde su nacimiento, ellos serían perdonados. Debemos saber que las profecías de Oseas se escribieron hace más de 2700 años.

Ahora bien, Dios también habló de esta larga desolación, por medio del profeta Zacarías, capítulo 1, del 12 al 17. Dicha profecía habló, de manera simbólica, de los mil novecientos setenta años de desolación en Jerusalén, en una segunda diáspora, ya que el profeta Zacarías pertenece al tiempo del post exilio, cuando el pueblo judío regresó de Babilonia. De manera, que estos setenta años que menciona esta profecía, no se trata de la deportación aquella; sino que se refiere a otro exilio donde serían esparcidos por todas las naciones. Entonces, esos setenta años mencionados allí son simbólicos como lo he dicho, y representan a los 1970 años del segundo exilio, que concluyeron el 26 de febrero de 2003, o 24 del mes de Adar 1, del 5763, como veremos a continuación.

Es importante también que comprendamos, que en aquellas primeras siete semanas, en las cuales se restauró el pacto, hubo una paralización de la obra del templo, por un largo tiempo, estimado en 42 años como lo pueden leer en el libro de Esdras, capítulo 4. 
Es en ese contexto histórico que Dios levanta a los profetas Hageo y Zacarías, para estimular al pueblo a la reanudación de la edificación de la obra, como lo pueden leer en el libro de Esdras, capítulo 5. Y es aquí, donde Dios producen las profecías concernientes al cumplimiento de su última semana.

Las palabras de Dios pronunciadas por Hageo, estimularon al pueblo a reanudar la edificación del templo, en aquel entonces; de tal manera, que Dios logró que se activara la obra desde el día veinticuatro  del mes sexto del segundo año de Darío. Ese día marcó la fecha para el inicio del cumplimiento de su última semana, Hageo 1, versículo 15.

El 24 de Adar 1, del año 5763, representa la fecha 24 del sexto mes del año 5763, debido a que Adar, aunque es el décimo segundo mes del pacto roto que se confirmaría  partir de ese mismo día, es también, el mes sexto del año 5763.

Claro, para comprender esto, debemos conocer el manejo sencillo del calendario hebreo, que contiene doce meses.

Este calendario fue instruido por el Señor desde que salieron de Egipto, ordenándoles que su primer mes fuera el mes de Abib, o Nisán, mes de la estación primaveral, entre los meses de marzo y abril del calendario gregoriano, como lo leemos en el libro de Éxodo, capítulo 12:

“Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo:
Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.” (Éxodo 12:1-2).

“Guardarás el mes de Abib, y harás pascua a Jehová tu Dios; porque en el mes de Abib te sacó Jehová tu Dios de Egipto,”…(Deuteronomio 16:1).

Esto hace evidente que los judíos en época de Moisés, estando en Egipto, tenían un orden diferente de los meses, por lo cual Dios, en virtud del pacto, se los cambia , y le establece un nuevo primer mes, como lo hemos visto.

Así fue que su antiguo primer mes, pasó a ser el mes séptimo (Tishrei) que corresponde al mes del Año Nuevo, entre los meses de septiembre y octubre, porque la creación del hombre ocurrió en ese mes.

Entonces, quedó que para los aspectos civiles, el mes séptimo sería su primer mes; mas para el culto a Dios en la observancia de la ley, el primer mes vendría a ser, Nisán o Abib.

Los judíos después de su destierro, por segunda vez, continuaron llamando a los meses por el orden establecido en la ley, como es lógico entenderlos, porque ellos no supieron, ni aceptaron que Dios se había apartado de ellos como nación, por un largo tiempo; mas no por siempre, como lo había prometido cuando habló por medio del profeta Jeremías, con unas conmovedoras palabras, donde confirmó la imposibilidad de que Israel no fuera pueblo delante de su presencia por siempre, por los siglos de los siglos; en el capítulo 31, del versículo 35 al 37; por lo tanto, el pacto estaba inhabilitado por causa del Nuevo Pacto durante 1970 años desde la muerte de Cristo (Daniel 9:26), hasta el 26 de febrero del 2003.

En tal sentido, la aplicación del mes sexto, corresponde al mes de Adar 1, como mes sexto del año 5763 del calendario hebreo, en el cual terminarían los mil novecientos setenta años de separación espiritual; esto es, para el año 2003.

Los meses del calendario hebreo pueden nombrarse por su orden numérico  o por sus nombres adquiridos durante el tiempo de su dilatada cultura ancestral, a partir del mes de Abib, o Nisán.

De este modo tenemos, que:

El primer mes es: Nisán
El segundo:  Iyar
El tercero: Siván
El cuarto: Tammuz
El quinto: Ab
El sexto: Elul
El séptimo: Tishrei
El octavo: Jeshván
 El noveno: Kislev
El décimo: Tevet
El un décimo: Shevat
Y el duo décimo: Adar

Como se pueden dar cuenta, la fecha 24 del mes sexto registrada en Hageo, es un muy delicado detalle profético que el Señor nos dejó, para señalarnos, qué día estaba previsto para el restablecimiento del pacto suspendido después de la muerte del Mesías; para lo cual tuvo que recrear este suceso de la suspensión de la obra del segundo templo, para crear la fecha del inicio de la reedificación de la obra, que sirviera como fecha de inicio de la confirmación del pacto en la septuagésima semana que se cumpliría en el futuro.

Por lo tanto, la fecha de la reedificación del templo, es contentiva de una doble aplicación; la primera, histórica, ya que revela que en el mes de Elul, mes sexto del pacto, se inició la reedificación del segundo templo; y segundo, profética, porque la misma aplica para la fecha de inicio de la confirmación del pacto inhabilitado con su pueblo Israel como el apóstol Pablo lo mencionó, cuyo misterio fue revelado en su carta a los Romanos, a lo largo del capítulo 11.

Debemos, ahora, hacer la proyección de los 2595 días que contiene esta semana a partir del 26 de febrero del año 2003.

La semana propiamente dicha, contiene 2520 días, mas Dios le añade, exclusivamente a esta última semana, 75 días más, desde la mitad de la misma, cuando debe cesar el continuo sacrificio, hasta alcanzar los 1335 días, como se indica en Daniel, capítulo 12, versículos del 11 al 12, por lo cual la semana setenta contiene 2595 días.

Cuando hacemos dicha proyección para saber cuándo termina la confirmación del pacto en esta semana desde el 26 de febrero del 2003, nos lleva insólitamente al 5 de abril del año 2010, correspondiente al 21 del mes de Nisán del año 5770. Esta fecha es el último día de la pascua. De manera que esto comprueba que Dios confirmó su pacto con Israel por una semana, como lo indicó la profecía en Daniel 9, en la primera parte del versículo 27, donde dice:

…”Y por otra semana confirmará el pacto con muchos.”…

Esta semana es el tiempo pascual para la debida confirmación del pacto en su última semana; el tiempo pascual del cual les vengo hablando. Y demuestra que aunque no veamos el templo en pie, materialmente hablando, el mismo ya existe espiritualmente, en Jerusalén, en su apropiado lugar.

El misterio del cumplimiento de la septuagésima semana consiste en la recreación del ciclo anual de las festividades del pacto (Levítico 23); de manera que ella sobrepasa lo que imaginamos sería el cumplimiento de tan sólo siete años. Sino que su cumplimiento se extiende a lo largo de 27 años, desde el año 2003 hasta el 2030.

De manera, que la septuagésima semana se cumple en tres tiempos de siete años cada uno; ya que ella, semejante a un ser viviente, contiene espíritu, alma y cuerpo; de modo que el cuerpo, que es lo tangible de ella, lo que se puede palpar y ver, es el cumplimiento de su última etapa, y cierre de la misma, la cual podemos definir como el tiempo para la salvación de Israel, ya que el segundo tiempo, relacionado con el alma, es el cumplimiento de la fiesta de los tabernáculos, que fue el tiempo donde se abarcó la plenitud de los gentiles, de donde Dios se escogerá a sus redimidos de entre todas las naciones.

El espíritu de la septuagésima semana, está representado por la semana de la confirmación del pacto, o la semana pascual; desde el 26 de febrero del 2003, hasta el 5 de abril del año 2010, correspondiente en el calendario hebreo al tiempo desde el 24 de Adar 1, del año 5763, hasta el 21 de Nisán del año 5770.

El alma, representa el tiempo dispuesto para los siete años posteriores de la fiesta solemne de los tabernáculos, donde al culminar, habrá entrado la plenitud de los gentiles,  cuando los campos estarán blancos y preparados para la siega, como lo dijo nuestro Señor en el evangelio de Juan, capítulo 4, versículos del 35 al 38, y corresponde al cierre de las festividades anuales del pacto. Esta fiesta se inició el 28 de septiembre del 2015, correspondiente al 15 del mes séptimo del año 5776 (Levítico 23:34); la señal para reconocer su inicio, fue la presencia de la última luna de sangre de la tétrada de lunas de sangre 2014-2015. Y terminó a los 2595 días, el 5 de noviembre del 2022, pasados 20 días de haber culminado la fiesta de los tabernáculos para ese año 2022, cuyo 21 del mes séptimo del año 5783, día final de la fiesta de los tabernáculos, correspondió al 16 de octubre del 2022.

El cuerpo, que representa la cristalización de la semana, a los ojos del mundo, es el tiempo reservado para la salvación de Israel por los últimos siete años, donde se agudizará el odio hacia los judíos en todo el mundo.

La señal mostrada para el inicio de este período para los siete años finales, fue el ataque terrorista del 7 de octubre del 2023, que recibió el pueblo de Israel, correspondiente al 22 del mes séptimo del año 5784, inmediatamente después de terminada la fiesta de los tabernáculos para este año, en alusión precisa los siete años de la fiesta de los tabernáculos de la septuagésima semana cumplida hasta el 5 de noviembre del 2022.

Es decir, que para dar inicio al cumplimiento del tiempo para la salvación de Israel fue necesario señalarlo con la finalización de la fiesta del los tabernáculos, o Sucoc, como también se le llama en Israel, del año 2023, en alusión al período del alma, como demostración de que se abrió este último período concerniente a la salvación  de Israel.

El templo de piedra será edificado, en este período, como señal física del pacto de Dios con Israel, que posteriormente será profanado con la presencia del anticristo sentado en él, como Dios, haciéndose pasar por Dios, como lo enseña el apóstol Pablo en su segunda carta a los tesalonicenses, capítulo 2. Tal profanación está determinada que se produzca a los 1290 días después de la mitad de la semana, cuando ha de cesar el continuo sacrificio, hecho que nuestro Señor quiere que entendamos, ya que a esa altura del último tiempo nos encontraremos a tan solo 45  días de alcanzar los 1335 días finales de la semana, cuando llegaremos al tiempo de la venida del Señor, quien regresará sorpresivamente a levantar a su pueblo escogido de todo el mundo. 

Cuando lleguemos, pues, a los 1335 días, también se le habrá agotado al anticristo, los 42 meses que se le autorizaron, como lo explica el versículo 5, del capítulo 13 del libro de Apocalipsis; por lo cual la humanidad completa sentirá un sosiego momentáneo, como la quietud experimentada cuando uno se encuentra dentro del ojo de un huracán, por lo cual se escuchará decir: paz y seguridad por varios días, estimulando la necesidad de salir de los escondites, más nuestro Señor nos advirtió que no salgamos, porque muchos burladores se prestarán para decir que ya Cristo regresó y se encuentra en tal y cual parte, pero no les crean, no hay necesidad de salir para el encuentro con Dios, porque si fuiste tenido por digno de la salvación, Dios enviará a sus ángeles, los cuales te recogerán. Y todos en un abrir y cerrar de ojos, subiremos a las nubes para dar la bienvenida y recibir a nuestro Rey, a Jesucristo, que viene con poder y gran gloria.

El Domo de la Roca permanecerá junto al templo, ese es el patio de afuera del templo, como lo demanda el Señor en los sagrados libros, de Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 y 2, y de Ezequiel 40, versículos 1 y 2.

El anticristo, es el rey de Babilonia, literalmente hablando, quien profanará el santuario sagrado, sentándose en el templo, 45 días antes del fin, a los 1290 días desde el cese del continuo sacrificio, hecho que ocurrirá a la mitad de este tercer período de la semana.

LO QUE DETIENE LA MANIFESTACIÓN DEL ANTICRISTO.

Ya en tiempos del apóstol Pablo se infiltraban falsas informaciones a los creyentes, en  este caso, a los de Tesalónica, acerca de rumores  que indicaban que la venida del Señor estaba cerca, olvidándose de todo lo que él les había enseñado con anterioridad, acerca de las señales previas a su venida, para nuestra reunión con él.

De manera, que les vuelve a recordar en esa segunda carta, que antes de su venida, vendría el hombre de pecado, el desolador, el cual se sentaría en el nuevo templo en Jerusalén, refiriéndose como ahora lo sabemos, al cumplimiento de la septuagésima  semana; entonces, se puede ver claramente, en el pasaje de libro de Daniel, capítulo 9, versículo 27, que el anticristo no se puede manifestar al mundo sin que antes no cesen los sacrificios y las ofrendas a la mitad de la semana.

Así como leemos en el pasaje de Daniel, capítulo 12, versículo 11, que desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio, hasta que el anticristo se siente en el templo, profanándolo, cuyo hecho representa, la abominación desoladora, habrá 1290 días, es decir, 43 meses, un mes más de su tiempo autorizado para actuar, como el apóstol Pablo lo leía en el libro de Daniel, capítulo 7, versículo 25, lo cual fue ratificado también en el libro de Apocalipsis, capítulo 13, versículo 5.

De manera, que la señal previa a la manifestación del anticristo, indicada en la orden, es el cese del continuo sacrificio.

Por tal razón, Satanás se encuentra imposibilitado de manifestar al desolador hasta tanto no se cumpla ese momento determinado.  Pero él no se ha quedado con sus manos cruzadas, sino, que ya en sí, tiene todo arreglado para el encuentro final. No nos descuidemos.

El apóstol Pablo, tomando como referencia a los sacrificios y ofrendas que se presentaban en Jerusalén, en el templo presente, ya que para ese entonces no había sido destruido aún, pudo decir, “hay quien al presente lo detiene”, este fue el sentido de sus palabras.

Esto solo es un poco del aceite fresco, necesario para enfrentar los desafíos en lo que resta de tiempo,  para el encuentro con nuestro amado Rey. Les amo entrañablemente en el amor de Cristo, nuestro Señor.  Amén.
La paz de Dios sea con los que temen al Dios de Israel.

La paz de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes. Amén.

Su consiervo en el Señor Jesucristo:
Antonio José Sepúlveda- Caracas, Venezuela.
ajosepulveda@gmail.com/
10 de Marzo del 2024

Hoy 20 de abril del 2024.
A 100 días del comienzo de las 2300 tardes y mañanas. Lea la información en el siguiente link:

jueves, 27 de julio de 2023

...HASTA QUE LOS TIEMPOS DE LOS GENTILES SE CUMPLAN..., ...Y HAYA ENTRADO LA PLENITUD DE LOS GENTILES...



...HASTA QUE LOS TIEMPOS DE LOS GENTILES SE CUMPLAN..., ...Y HAYA ENTRADO LA PLENITUD DE LOS GENTILES...

Estas son dos frases de uno de los misterios del evangelio referidas acerca de la restauración futura de Israel antes de la venida del Señor, registradas en los siguientes pasajes bíblicos:

..."Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad."...
Romanos, capítulo 11, versículos 25 y 26, de la versión Reina Valera 1960.

..."Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.

Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan."...
San Lucas 21, versículos 23 y 24, Reina Valera 1960.

El saber qué es lo que determina el cumplimiento del tiempo de los gentiles, para tener la certeza de que hemos entrado en la plenitud de los mismos, como señal del fin de los tiempos, ha sido uno de los grandes misterios de las profecías bíblicas a lo largo de dos mil años; mas la voluntad de Dios, es que nosotros entendamos todo el misterio que fue dado a saber a sus escogidos, conforme está escrito en Mateo 13, versículo  11, Jeremías 33, versículo 3, y en Isaías  44, versos 6 al 8; y como dice el apóstol Pablo:

"Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios."..., como está escrito en 1 de Corintios, capítulo 2, versículo 9 y 10.

Dicho tiempo se encuentra revelado, como ya veremos en lo sucesivo, en la estructura profética del tiempo determinado, columna vertebral de las profecías, como lo es: las setenta semanas de años reveladas al profeta Daniel, determinadas para el mundo, en función de la restauración del pacto de Dios con Israel, en Jerusalén; que comenzaron a contarse inmediatamente después de terminados los setenta años de la cautividad en Babilonia, como lo podemos leer en el libro del profeta Daniel, capítulo 9, versículos del 1 al 27, y en segunda de Crónicas 36, versículos del 21 al 23, hasta el cumplimento de su última semana, que se activaría  al finalizar la segunda y última dispersión o diáspora del pueblo de Israel hacia todas las naciones; que duraría un tiempo perfecto y determinado, como lo veremos también en lo adelante, de 1970 años de separación del pacto, o exilio espiritual, desde la muerte del Mesías Príncipe, Jesucristo.

Estas setenta semanas de años de restauración del primer pacto, comenzaron a contarse, inmediatamente después de cumplidos los setenta años de la cautividad de los judíos en Babilonia (2 Crónicas 36:21-23), sin que mediara tiempo alguno de separación entre ambos sucesos para su transición; iniciándose su conteo con la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén, como quedó establecido en Daniel 9, verso 25; decretada por el rey Ciro de Persia, escogido de Dios conforme está escrito en el libro del profeta Isaías, doscientos años antes de su nacimiento, cuando dijo:

..."que dice de Ciro: es mi pastor, y cumplirá todo lo que quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado."... (Isaías 44, verso 28). 

En cuanto a la revelación de este misterio, nuestro Padre se propuso desde un principio, dejar oculto este conocimiento para que fuese revelado, exclusivamente, en los días finales, para testimonio al mundo de su grandeza, control y dominio sobre los tiempos, las edades y sobre el reino de los hombres, como está escrito en el libro del profeta Daniel, capítulo 2, versículos del 20 al 22, y capítulo 4, verso 17; y para poner en evidencia a las falsas enseñanzas de las innumerables religiones, que hasta hoy basan sus creencias en una incorrecta apreciación de los fundamentos sagrados del evangelio de Cristo  nuestro Señor, a quien daremos cuenta ante su tribunal en el día del juicio; por lo cual se le ordenó al profeta Daniel, lo siguiente:

...Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará...(Daniel 12:4)

...Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas. Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin...,
Daniel, capitulo 12, versículo 4, y versículos del 7 al 9.

Muchos son los que creyendo entender el misterio oculto en esta importante profecía, se atreven a hacer interpretaciones vagas, de cómo fue, o cómo se originó, y de cómo será el desenlace del cumplimiento del último tiempo, siendo ellos mismos engañados en la propia confusión de sus interpretaciones.

Como muchos entendidos lo saben, la revelacion de los misterios del reino de Dios, no se obtiene mediante  la interpretación humana, porque esto no se trata de los pensamientos de los hombres, sino de lo que Dios necesita que nosotros sepamos por su gracia, a través de su don de conocimiento que viene desde el cielo al hombre temeroso de su palabra.

Dicho esto, ahora veamos la revelación de  la profecía que nos enseña, en su contexto bíblico, que el objetivo de las setenta semanas que fueron determinadas al mundo, sobre la base de la restauración del pacto de Dios con Israel en Jerusalén, fue para dar un límite de tiempo que se pudiera evidenciar en la Biblia y en el cumplimiento futuro de los acontecimientos por venir; para ejecutar en él, su plan de salvación para toda la humanidad, donde  quedara incorporado el tiempo para la aparición del Mesías Príncipe, el Hijo de Dios, cuyo nacimiento fuese el punto de partida histórico por excelencia, para medir el tiempo hacia el pasado y hacia el futuro, en el orden de los calendarios hebreo y gregoriano que él tiene bajo su control obsoluto; y con su sacrificio, expiar la iniquidad, poniendo fin al pecado con su propia sangre al morir; y de este modo, dejarnos todas las evidencias del  cumplimiento del tiempo determinado, el cual expondré, por la gracia de Dios en esta enseñanza, donde queda demostrado con certeza: el inminente regreso del Hijo de Dios, por segunda vez, con gran poder y gloria, a este mundo perverso.

El rompimiento del primer pacto, con la destrucción del templo y la deportación de los judíos a Babilonia, donde estuvieron cautivos como consecuencia de la desobediencia a sus mandamientos, como fueron advertidos por medio de Moisés, como lo pueden leer en Deuteronomio 28, constituyó, en el plan para dar inicio a las setenta semanas: la separación y muerte espiritual momentanea de su pueblo, para poder dar inicio a la restauración del pacto, regresándolos del estado de muerte espiritual, a vida; es decir, era necesario destruir el pacto, para luego poder restaurarlo; ahora, dentro del tiempo  determinado de las setenta semanas hasta abarcar la última semana, al ocaso de la última generación de los gentiles, para lograr escoger de entre ellos, a todos los que alcanzarán la salvación, y a Israel, para darle el perdón; por lo cual nuestro Señor dijo, en cuanto a las señales próximas del fin del mundo:  que no pasaría de esta generación hasta que todo esto se cumpla o acontezca; refiriéndose a aquellos, pues, que estarán presente en el cumplimiento de la semana final, San Mateo, capitulo 24, versículo 34.

Las setenta semanas se  activaron, entonces, desde la salida de la orden para la edificacion del templo; encargo que se le había delegado a Ciro, rey de Persia, como acaban de ver y entender; aclarando, que la orden posterior del rey Artajerjes dada a Nehemías, años después del regreso de Babilonia, no fue la orden que demandó la profecía para iniciar dicho cumplimiento, como muchos han creído; sino que, esta segunda orden fue subsecuente a la primera; la cual fue motivada por una solicitud humana, como lo pueden leer en el libro de Nehemías, capítulo 2; mientras que la primera, fue en virtud de un mandato directo de Dios a Ciro, el cual fue obedecido sin titubeo, a la altura de quien lo demandó.

No, obstante, hago también la salvedad, que el vínculo fundamental para la restauración del pacto para la activación de las setenta semanas, no era el muro de Jerusalén, ni la ciudad misma, sino el templo; el resto de las edificaciones de la ciudad, como el acueducto, los palacios, sus calles y vías principales, fueron infraestructuras secundarias en el plan de las setenta semanas, mas no primordiales.

De hecho, las mejoras realizadas al templo, por el rey Herodes, antes de la aparición del Cristo de la gloria, no constituyó un hecho de importacia profética para el cumplimiento de las setenta semanas determinadas.

Como lo he venido explicando, esta profecía de las setenta semanas determinadas, reveló la venida del Mesías a su debido tiempo, cuatrocientos ochenta años, aproximadamente, antes de su nacimiento, como lo pudieron leer en Daniel, capítulo 9, versículos de 24 al 27; quien moriría para expiar con su sacrificio, la iniquidad de Israel, y el pecado de la humanidad, después de cumplidas, exactamente, 69 semanas de las 70 semanas que fueron determinadas; para con su muerte, desactivar nuevamente el primer pacto, rasgando el velo del templo, como quedó escrito en el evangelio de San Mateo, en el capítulo 27, verso 51, como una señal evidente de esta realidad, hasta la próxima restauración con la semana setenta, o última semana.

El contexto bíblico habla de la restauración futura de Israel, quien retornaría a su tierra, y edificaría a Jerusalén (Isaías 60 y 61, Zacarías 1:12 al 17, Ezequiel 38:8, 39:9 al 29, Hechos 1:6 al 7, Romanos 11, Apocalipsis 11), ...etc, y eso habla del cumplimiento de la septuagésima semana, cuando dice claramente:

..."Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador." (Daniel 9:27).

Este pasaje profético de la última semana, muestra la voluntad de Dios de perdonar a Israel y de confirmar su pacto con muchos de ellos.

Presten mucha atención: la sola expresión: ...Y por otra semana confirmará el pacto con muchos"..., sugiere que ese pacto estuvo vigente en las 69 semanas anteriores que terminaron con la muerte de nuestro Señor.

Ahora, para que se diera el cumplimiento de esta última semana, se debía cumplir, enteramente, el tiempo determinado del exilio al cual fue sometido el pueblo de Israel por espacio de 1970 años, desde la muerte del Mesías hasta el año 2003, tiempo que había quedado revelado, simbólicamente, en el libro del profeta Zacarías, capítulo 1, versos del 7 al 17, concerniente a una segunda dispersión del pueblo santo por setenta años, tiempo que significaría los 1970 años de dispersión o exilio hacia todas las naciones, como de hecho ocurrió.

Esa gran diáspora de 1970 años, tuvo su persecución más severa con el Holocausto nazi, por siete años, o una semana de años, desde el año 1939 hasta el año 1945, como lo describió la profecía del libro de Jeremías, capítulo 30, versículo 7, cuando dijo:

"¡Ah, cuán grande es aquel día!, tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado."

La Segunda Guerra Mundial, tuvo ese proposito principal: el exterminio de los judios, cuando para ese entonces, llevaban 1907 años de exilio,  lo cual fue notorio para toda la humanidad; donde murieron, más de seis millones de judíos en toda Europa a manos del Imperio alemán, con Hitler, séptima cabeza de los imperios del misterio de las siete cabezas de la bestia de Apocalipsis 17, que es otras de las revelaciones para su iglesia, que fueron ocultas hasta el último tiempo, donde se enseña como se debe entender la estructura profética de los imperios, mostrada primero, al rey Nabucodonosor, con el sueño de la imagen (Daniel 2), y luego, en la vision  de las cuatro bestias que combatían en el gran mar (Daniel 7); reveladas para la identificación de la bestia, que es la octava cabeza, que tengo la responsabilidad de dar su explicación, para que conozcan, con nombre y apellido, quién es la octava cabeza, la bestia que era, no es, y será; tema que ya he explicado en otros de mis escritos, que no ahondaré en este momento, para no desviarnos del tema concerniente al misterio del tiempo determinado al mundo desde los tiempos antiguos.

Israel, sin conocer el advenimiento de ese día para la confirmación del pacto, fue perdonado el 26 de febrero del año 2003, o 24 de Adar, mes sexto del año 5763, del calendario hebreo, fecha de la reedificación de la obra suspendida del segundo templo, como quedó registrado en el libro del profeta Hageo, capítulo 1, verso 15;  que, a su vez, es el mes décimo segundo del  pacto inhabilitado, que seguiré explicando más adelante.

El año 2003, para la confirmación del pacto, estuvo determinado, claramente, en el libro de profeta Oseas, capítulo 5, versículo 15, y capítulo 6, versículos 1 y 2, donde está escrito desde antes de la deportación a Babilonia, lo siguiente:

..."Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.

Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él."...

Ese año 2003, fue el año agradable del Señor, año de la buena voluntad de Dios para con Israel, como lo recordó en aquella sinagoga de Nazaret, cuando abrió el libro de Isaías, capítulo 61, como está escrito en Lucas, capítulo 4, versículos del 16 al 30.

El año 2003, como antes lo mencioné, corresponde al año 5763 del calendario hebreo, de manera que los siguientes siete años para la confirmación del pacto concluirían en el año 5770, año perfecto para el fin de la semana setenta, en el año 2010.

Así, pues, de la misma manera, como ocurrió en el principio para la restauración  del pacto que activó el conteo de las setenta semanas, con sus primeras siete semanas, igualmente ocurriría con la septuagésima semana, la cual se activaría después de cumplidos los 1970 años de separación del pacto, condición lamentable de muerte espiritual de Israel, para ser injertados de nuevo en el buen olivo, de donde habían sido desgajados; ese fue el sentido de las palabras textuales del apóstol Pablo, relacionadas con la restauración futura de Israel, después de haber estado muerto espiritualmente, cuando dijo en el capítulo 11 de Romanos, versículos del 11 al 27:

11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.

12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio,

14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.

15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?

Y continua diciendo:

16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,

18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.

21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.

22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.

24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.

27 Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.

Ahora, como lo están viendo, las profecías están siendo ordenadas y proclamadas, por la gracia de Dios, como cumplimiento de lo dicho por medio del profeta Isaías, capítulo 44, del 6 al 8, como está escrito:

"Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.

¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.

No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno."

Y en otro pasaje del mismo profeta, dice:

"Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,

que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;

que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré." (Isaías 46:9-11)

Ahora bien, esta semana de la cual hemos venido compartiendo, la podemos denominar: la semana de la confirmación  del pacto, tal como lo dice el anuncio de su profecía en Daniel, capítulo 9, versículo 27; o bien, se le puede decir: la semana pascual, o la semana del tiempo pascual; al igual que en el pasado, con las primeras siete semanas que iniciaron las setenta semanas determinadas, también fueron el tiempo pascual para la restauración del pacto, en su principio; tiempo que abarcó la edificacion del templo, vínculo de la restauración del pacto con Israel, desde la salida de la orden de Ciro para el regreso de los judíos a Jerusalén, tiempo de 49 años que contenía el tiempo que demoró la obra del templo en 46 años, conforme fue declarado en Juan, capítulo 2, versículo 20.

De esta misma manera, la semana pascual, entró en vigencia una vez concluido los 1970 años de separación, desde el día 24 del mes sexto del  año 5763 del calendario hebreo, o 26 de febrero del año 2003, la misma fecha de la reedificacion del templo, registrada en el libro del profeta Hageo, capítulo 1, versículo 15; como ya lo he mencionado, cuyo día simboliza, el día en que se colocó el cimiento del tercer y último templo en Jerusalén, como lo pueden leer en Hageo, capítulo 2, versículo 18, donde se citan dos fechas proféticas concerniente a la septuagésima semana, cuando dijo:

"Meditad, pues, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazon."

Es evidente, que toda la profecía del libro de Hageo, nos muestra: cuándo y cómo ha de  cumplirse la septuagésima semana, y definirla con sus fechas; y mostrarnos que ella es, a su vez, el cumplimiento de lo que simbolicamente representó: el ciclo anual de las festividades del pacto, como está escrito en el libro de Levítico, capítulo 23, desde el versículo 1 al 44, comenzando con la pascua, con sus siete días de la fiesta de los panes sin levadura, Éxodo 12, versículo 18, y terminando con los siete días de la fiesta solemne de los tabernáculos, o Sucot, como le llama Israel.

Esto nos muestra la forma como Dios quiere que sus escogidos, en estos últimos tiempos, reconozcamos el cumplimiento de la septuagésima semana, y la existencia de su templo, previa a su edificación tangible o física; que para efecto de la confirmación del pacto con Israel, ya está en pie.

La proyección de los 2595 días que contiene la septuagésima semana, la cual incluye los 75 días que nuestro Señor le añadió, como quedó indicado en el libro del profeta Daniel, capítulo 12, versículos del 11 al 12, desde la mitad de la semana hasta finalizar a los 1335 días; estos 2595 días, proyectados  desde el 26 de febrero del 2003 hasta consumirlos por completo, nos lleva, exactamente, al 5 de abril del año 2010, correspondiente al 21 del mes de Nisán del año 5770,  último día de la pascua para ese año; confirmando que, ciertamente, se trata de la semana pascual; busquen en la Web el calendario hebreo-gregoriano, y cersiorense si esto es real, o no lo es.

Todo esto significa que ya el Señor  nuestro Dios, ha confirmado su pacto con su pueblo, Israel, quien nada sabe de ésto, porque hasta ahora no le ha resplandecido la luz de la verdad.

Por lo tanto, para efecto del cumplimiento de la septuagésima semana, ya el templo está en pie, e Israel goza del pacto restaurado; de modo, que aquellos que son de fe, pondrán ver, mediante estas evidencias, el cumplimiento de la confirmación del pacto.

El libro del profeta Hageo da evidencia de las fechas de la septuagésima semana donde se incluye la fecha de inicio de las 2300 tardes y mañanas, que habrían de cumplirse dentro de la misma, a partir de pasados los primeros 295 días, desde su inicio, cuando habría de comenzar el continuo sacrificio que sería suspendido a la mitad de la semana, como está escrito en el libro del profeta Daniel capítulo 8, versos 13, 14 y 23; capítulo 9, verso 27; de manera, que si proyectamos los primeros 295 días, desde el 26 de febrero  del 2003, hasta consumirlos, esto nos llevará hasta el día 18 de diciembre del 2003, lo que significa que las 2300 tardes y mañanas habrían comenzar al siguiente día, esto es, para el 19 de diciembre del 2003, que en el calendario hebreo correspondió al día 24 del mes noveno (Kislev) del año 5764, esta fecha es la indicada en Hageo, capítulo 2, versículo 18, que antes le mencioné, como señal de los sacrificios, como lo pueden leer en Hageo 2, verso 10.

Busquen en Google, un conversor de fechas del calendario hebreo al gregoriano, de su confianza, y cerciorarse de esto.

Es decir, las fechas expuestas en el libro del profeta Hageo nos sirve para visualizar el cumplimiento de la septuagésima semana, dándole, si podemos decirlo de alguna manera, un cuerpo que se puede palpar por medio de la fe en su palabra y en su revelación.

Otra fecha de la septuagésima semana, es el 21 de mes séptimo de Hageo capítulo 2, versículo 1; esta fecha es el último día de la fiesta solemne de los tabernáculos, expuesta allí para señalar la existencia de la semana de cierre de la septuagésima semana, como cierre del pacto, instituida para Israel desde la salida de Egipto, como ya mencioné.

El 28 de septiembre del 2015, que corresponde en el calendario hebreo, al 15 del mes séptimo, primer día de la fiesta de los tabernáculos para ese mismo año, como está establecido en Levítico 23, verso 34, Dios mostraría su última luna roja, o luna de sangre, de su última tétrada de lunas de sangre, que también podemos llamar, tétradas de lunas del pacto con Israel, como señal del inicio de los últimos siete años para cerrar la septuagésima semana, y poner fin al tiempo de los gentiles con su último día correspondiente al 5 de noviembre del año 2022, habiendo transcurrido, para ese entonces, los 2595 días desde el día 28 de septiembre del año 2015, tiempo de la plenitud de los gentiles.

Las tétradas de lunas de sangre, o lunas del pacto, señal que indicaba la futura restauración de Israel, fueron un fenómeno real, extraordinario e inexplicable para la humanidad, debido a que sus manifestaciones coincidieron, perfectamente, en sus nueve apariciones a lo largo de los dos mil años, con el inicio de las fiestas de la pascua y de los tabernáculos en dos años consecutivos, como señal de la próxima restauración del primer pacto, desde el último año del ministerio de nuestro Señor, año 32 y 33.

Estos fueron los años de las apariciones de las tétradas de lunas de sangre, desde el tiempo final del ministerio del Mesías:

32 y 33, 162 y 163, 795 y 796, 842 y 843, 860 y 861, 1493 y 1494, 1949 y 1950, 1967 y 1968, y por última, 2014 y 2015.

Las lunas de sangre se perciben en su tono rojizo, cuando en su fase de plenilunio, o fase de luna llena, se acerca más a la tierra que en lo habitual en la misma fase, entrando a la atmosfera, haciendo que ciertas moléculas irradiadas por los rayos solares la hagan ver a nuestros ojos de un tono rojizo.

Lo cierto es, que los fenómenos de lunas sangre, se pueden producir naturalmente, en cualquier mes del año. Y todos son predecibles mediante cálculos astronómicos que los especialistas en la materia realizan, tanto hacia futuro como hacia el pasado; y ellos dan fe de todas las nueve apariciones de las tétradas que terminaron difinitivamente en el 2015, y no se manifestaran nunca jamás. Ciertamente es un tema facinante.

Las tétradas de lunas de sangre, fueron una señal que Dios mostraba, para que su pueblo supiera que él no los olvidaría por siempre, sino que ciertamente los perdonaría como lo anunció, por amor a sus padres, como lo vemos escrito en el libro de Jeremías, capitulo 31, del versículo 27 al 40, también en Ezequiel 39, versículos del 21 al 29, Zacarías 12 y 14, etc.

Este es el misterio del cumplimiento de esta última semana, que recrea a lo largo de 20 años, el ciclo anual de las festividades del pacto.

La revelación de este misterio, es el testimonio para el mundo, de la firmeza de Dios en cumplir sus propósitos, para salvar a todos sus elegidos, los que hicieron el pacto de sangre derramada en el calvario, los cuales no echan a sus espaldas sus palabras, sino que son diligentes para hacer todo lo que el Dios, nuestro Señor le demande para que su obra prospere en estos últimos tiempos. El Señor está llamando a todos sus obreros para que se integren a la gran cosecha, porque los campos están blanco, y llegó el tiempo de recoger los frutos.

Extiéndase este conocimiento por toda la tierra, para mis hijos sepan que ya vengo por ellos. Dice el Señor. Amén.

La gracia y la misericordia,  sea con todo aquel que ame la venida del salvador,  el Hijo de Dios, Padre eterno, Jesucristo. A él sea la gloria, la honra, el poder y la sabiduría, por los siglos de los siglos. Amén.

Su consiervo en la fe: Antonio José Sepúlveda.

Caracas, Venezuela, 27 de julio de 2023.

9 de Av del año 5783.

ajosepulveda@gmail.com


jueves, 25 de mayo de 2023

LAS SETENTA SEMANAS DETERMINADAS (DANIEL 9:24-27 (VERSION: RV 1960).





LAS SETENTA SEMANAS DETERMINADAS (DANIEL 9:24-27 VRV 1960).

Explicación concisa y eficaz de la profecía de las setenta semanas determinadas al mundo, en función del pacto restaurado con la casa de Israel, en Jerusalén (Daniel 9:24-27), llamado, el primer pacto; para cumplir dentro de ese tiempo de restauracion, toda su obra redentora con los gentiles; para luego, una vez concluido ese tiempo determinado, iniciar el tiempo de la salvación de Israel, como el apóstol Pablo lo explica en (Romanos 11:25-36).


Esta orden fue dada y traída desde el cielo, para ser mostrada al profeta Daniel, en el tiempo de los setenta años de la cautividad en Babilonia (Daniel 9:1-2) a donde los judíos fueron deportados por orden de Dios, por su rebelión contra él, como lo habló Dios por medio del profeta Jeremías, en el capítulo 25.


La destrucción del templo de Dios y la  deportación de los judíos desde Jerusalén a Babilonia, constituyó el rompimiento del pacto de Dios con la casa de Israel y la santa ciudad;


Las reformas del rey Josías, antes de la deportación, lograron la destrucción de las imagenes y los altares de idolatría en los lugares altos en Judá, donde Israel sacrificaba y servía a los dioses ajenos de otras naciones; restaurando, a su vez, con dichas reformas, los servicios del templo que los judíos habían desestimado y  abandonado por cientos de años, pero a pesar de los esfuerzos de Josías, no logró con sus reformas, aplacar la ira de Dios; por lo cual, "Jehová no desistió del ardor con que su ira se había encendido contra Judá, por todas las provocaciones con que Manasés le había irritado, por lo cual dijo Jehová: También quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel, y desecharé a esta ciudad que había escogido, a Jerusalen, y a la casa de la cual había yo dicho: Mi nombre estará allí." (2 Reyes 23:26-27).


Fue, pues, en este contexto histórico, donde se denota el estado de separación de los judíos delante de Dios, en ese entonces; por lo cual era necesario, que una vez cumplido los 70 años de la deportacion, injertalos de nuevo en el pacto, en el cumplimiento de las setenta semanas determinadas, que totalizarían 490 años de pacto restaurado, y que se  administraría en dos partes; las primeras 69 semanas, contadas a partir de la salida de la orden emanada por el rey Ciro de Persia para la edificación de la casa de Jehová, cuya ejecución abarcó los primeros 49 años, equivalente a siete semanas, que constituyó el tiempo pascual, al cual pertenece esos 46 años de la edificación de templo, mencionado en el evangelio de Juan 2:20.


Para este significativo propósito de dar la orden para la edificacion del templo, a fin de restaurar el pacto, Ciro fue escogido doscientos años antes de su nacimiento, de acuerdo a la profecía de Isaías 44:28 y 45:1-7, donde dice:


"Qué dice de Ciro: es mi pastor, y cumplirá todo lo que quiero, al decir a Jerusalén: serás edificada;  y al templo: serás fundado." (Isaías 44:28).


De manera que la orden de Ciro cumple dos propósitos de Dios; los cuales son: Primero, la restauración del pacto roto con la edificación del templo; y segundo, la edificación de la ciudad.


De manera, que aquella orden que posteriormente fue dada a Nehemias por el rey Artajerjes muchos años después, no fue más que una orden subsecuente a la primera, que fue motivada por una solicitud humana, mientras que la primera fue por un mandato directo de Dios para Ciro, el cual fue obedecido sin titubeo, a la altura de quien lo demandó.


Las 69 semanas que se vinieron cumpliendo, ininterrumpidamente, desde su inicio, terminaron con la muerte del Mesías, Jesucristo, el Hijo de Dios Padre. 


Con la consumación de su muerte, para el establecimiento del nuevo pacto, como Dios lo había determinado, se rompió, por última vez, el primer pacto; para que se cumpliera lo dicho, por medio del profeta Jeremías, cuando dijo: 


"He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová." (Jeremías 31:31-32).


"De manera que, "al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo, y se envejece, está próximo a desaparecer." (Hebreos 8:13).


El rasgamiento del velo del templo, a la muerte del Mesías (Mateo 27:51), señaló el segundo y último rompimiento del pacto con Israel en la semana 69, quedando pendiente la última semana.


70 años después del nacimiento de Cristo fue destruido aquel segundo templo en Jerusalén, desapareciendo completamente lo que quedaba del primer pacto.


Trancurridos, ahora, 1970 años de separación del pueblo hebreo, desde la crucifixión, una larga diáspora por todas las naciones, fueron perdonados a partir del 26 de febrero del año 2003, para confirmar su pacto con ellos por otra  semana,  como lo dice en Daniel 9:27: "Y por otra semana confirmará el pacto con muchos."...

El 26 de febrero del año 2003, corresponde a la misma fecha antigua, 24 del mes sexto, en el calendario hebreo, en la cual se dio inicio a la reedificacion del templo (Hageo 1:15), cuya obra se mantuvo suspendida durante 42 años (Esdras 4), tiempo pertenciente a esos cuarenta y nueve años del inicio de las setenta semanas. De manera, que aún la fecha para el inicio de la septuagésima semana estuvo registrada desde la antigüedad para darle una aplicación futura, como pueden observar, para injertalos e introducirlos al pacto de forma debida en vispera de la llegada del mes de Nisán, mes para la restauración del pacto.

Aquellos 70 años referidos en el libro de Zacarías 1:12-17. corresponde al segundo exilio por 1970 años.


"Respondió el ángel de Jehová y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años?

Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consoladoras, al ángel que hablaba conmigo.

Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion.

Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal.

Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén.

Clama aún, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sion, y escogerá todavía a Jerusalén."

(Zacarías 1:12-17).

La confirmación del pacto vino inmediatamente después de haberse cumplido los 1970 años, para el año 2003 hasta el 2010, que corresponde entre los años 5763 al 5770 del calendario hebreo; de modo que no pudo haberse escogido más excelente tiempo para terminar Las Setenta Semanas que el año 5770 del calendario hebreo.

Mas Dios tenía determinado el año del perdón para Israel para el año 2003, como está escrito por medio del profeta Oseas, cuando dijo:

Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.

Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. (Oseas 5:15-6:1-2).

La confirmación de pacto por otra semana es el tiempo pascual. que inició el 26 de febrero del 2003, y finalizó el 5 de abril del año 2010, correspondiente al 21 de Nisán del año 5770, dia final de la pascua.


La septuagésima semana es un gran misterio que debe ser entendido por los escogidos de Dios que conforman la verdadera iglesia, para que se aperciba de que ya todo se ha cumplido, y que Jesús pronto regresará por su pueblo.

sábado, 1 de abril de 2023

A 20 AÑOS DE LA GUERRA QUE DERROCÓ A SADDAM HUSSEIN.



 

Este 20 de marzo del 2023, se cumplieron 20 años de la segunda etapa de la Guerra del Golfo Pérsico que sacó a Saddam Hussein del poder en Iraq, quien lo mantuvo durante 24 años desde año 1979. Lo trascendental de este acontecimiento, es que esto fue el cumplimiento perfecto de lo dicho por el Señor a través del profeta Jeremías, en el capítulo 25, versículo 12, donde dice ”que cuando los 70 años de la cautividad de los judíos en Babilonia se cumplan, el Señor,  Dios de Israel, castigaría al rey de Babilonia.

Así dice textualmente el pasaje bíblico en la Reina Valera 1960:

"Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre."

La inmensa mayoría de los religiosos, y lectores de la Biblia, el libro sagrado por excelencia, desconocen de esto que estoy diciendo; y que esta profecía había quedado pendiente en su cumplimiento cuando finalizaron los setenta años de cautividad en Babilonia, ya que el imperio babilónico había sido desplazado 40 años antes de finalizar los setenta años de dicha cautividad, por el imperio medo-persa, como lo pueden ver en el libro del profeta Daniel desde el capítulo 5 en adelante. De manera que cuando los setenta años fueron cumplidos era el primer año del reinado de Ciro el grande, rey de Persia (2 Crónicas 36:21-23).

Esto corrobora lo que dice en otros pasajes proféticos, como Jeremías 50:35-46, Isaías 14, Habacub 1,2, etc., que Babilonia renacería de nuevo en la persona de su último rey, el rey de la hija de Babilonia, Iraq.

De manera que esta profecía de Jeremías 25:12, no era para ser cumplida en la primera cautividad, sino estaría reservada para ser cumplida al final del segundo exilio de Israel hacia todas las naciones que se comenzó a contar desde la muerte de Cristo, por el rasgamiento del velo del templo (Mateo 27:51), por lo cual Dios se apartó del pacto con Israel.

Ese exilio  espiritual que luego se evidenció en el año 70 dC. con la destrucción del segundo templo, como lo indicaba la profecía de las setenta semanas determinadas (Daniel 9:26), abarcó un gran período de 1970 años hasta el año 2003, año en el cual Dios los perdonaría de su pecado, como está escrito en el libro de Oseas, pasajes del 5:15, 6:1-2, donde se estableció el año 2003 como el año de su perdón, e inicio de la confirmación del pacto con Israel por una semana, hasta el 21 de Nisán del año 5770, día final de la pascua (Daniel 9:27a).

La fecha exacta de la confirmacion del pacto para iniciar la última semana fue el 24 del mes sexto del año 5763 del calendario hebreo, correspondiente al 26 de febrero del año 2003, como estaba registrado en Hageo 1:15, fecha del inicio de la reedificacion del templo en Jerusalén, que serviría para señalar el inicio de la septuagésima semana, en la semana de la confirmación del pacto con Israel.

Es, pues, en este escenario, cuando se termina el castigo sobre Israel, que inmediatamente, viene el castigo sobre el rey de la hija de Babilonia (Jeremías 50:42-43), para el 20 de marzo del año 2003.

El rey de Babilonia es, pues, la bestia que era, y no es, y será. y subió del abismo y va a la perdicion. (Apocalipsis 17:8, revelado en la persona de Saddam Hussein.

he aquí un video de Saddam, subido del abismo o de la muerte, posterior a su ejecucion en la horca. Haga clic, aquí.

https://youtu.be/plI_hNZeEiM