Amigos y contactos: Yo, Antonio José Sepúlveda, venezolano nacido en Caracas, en el bloque 49 del 23 de Enero, en el año 1960.
Conocí a Jesús el Mesías, el Salvador del mundo, en la primavera del año 1985, hace, exactamente, 40 años.
Él me encontró cuando estaba perdido y desorientado en mi vida, sin propósito eterno. Aunque era católico por tradición familiar, eso para mí nunca representó un compromiso serio para con Dios, ya que sólo hacía lo que me satisfacía, en el buen sentido de la palabra.
No fui drogadicto, ni homosexual, ni ladrón, ni traficante, etc. Sólo era un joven estudiante universitario y empleado bancario, bonachon y parrandero.
Con principios morales de respeto a las personas, a la dignidad humana, y de buenos modales.
El día que la luz de Cristo iluminó mi vida, supe que su sacrificio también había sido ofrecido por mi, para mí salvación; entonces, me quebranto su amor, y sin perder tiempo le entregué por entero mi vida, y me rendí a su gran amor; decidí servirle a él por el resto de mi vida para que su voluntad fuese cumplida en mi.
De manera que deseche mis planes, mis propósitos personales, para dejar que él moldeará mi vida.
Cuarenta años después, me siento satisfecho del logro que Dios ha hecho en mi, que nada tiene que ver con cosas materiales, ni con mi aceptación ante los demás, ni ningún tipo de reconocimiento de los hombres, ni con cargos jerárquicos por encima de nadie, sino por la sola aprobación de mis actos delante de Dios, respecto a lo que él me encomendó hacer. Y eso es lo que he estado haciendo durante mi caminar con Cristo, mi Señor.
Cuando interactúe con mis hermanos en la fe en Cristo Jesús, que compartíamos desde mis primeros pasos en las diferentes congregaciones evangélicas, me di cuenta que había una gran contradicción entre la Palabra de Dios y la doctrina que se impartía, que resultaba engañosa e hipócrita; cosas que yo había dejado atrás en mi vieja manera de vivir. Porque no había llegado al Camino para estar en la vanidad de mi corazón. Sino para rendirme a su voluntad y propósito.
Pude comprender que los hombres se habían encargado de crear modelos distintos del único evangelio, por lo cual se crearon infinidades de denominaciones religiosas que son las que subsisten hasta el día de hoy; amparadas en un cuadro de legalidad institucional, lo cual es el statu quo que acobija a toda institución religiosa, y a ello lo llaman iglesia, pero realmente, nada tiene que ver con la iglesia de Cristo, la cual él conoce, y que nadie la arrebatará de su mano, conformada por aquellos que guardan y cumplen su Palabra, los que hacen la voluntad de Dios, a los cuales podemos reconocer por su fruto.
Para el año 1990 me inquieté en la necesidad mostrar cómo era el orden del cumplimiento de las profecías bíblicas, por lo cual, comencé a escribir un primer libro, enfocado en el misterio de la venida de nuestro Señor Jesucristo por segunda vez, el cual titulé: El Orden De las Cosas, Tratado Bíblico Acerca de Los Tiempos del Fin, como Dios las había ordenado desde tiempos antiguos, en forma coherente, para poder reconocer las señales descritas en su palabra, de forma precisas, y así saber cuándo sería su regreso. Esta necesidad coincidía con su voluntad expresada en el libro de profeta Isaías, cuando dijo:
"Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno."
Isaías 44:6-8
Justo ese tiempo también coincidió con la mundialmente conocida Guerra del Golfo Pérsico, en el Medio Oriente, que resultó ser una importante señal que estaba cumpliendo una profecía decisiva en estos tiempos finales.
Guerra encendida por causa de la invasión que hizo Saddam Hussein, presidente de Irak, al país de Kuwait, en el año 1990; que ocasionó que la Guerra viniera contra él y su ejército, considerado en aquel entonces, como el cuarto ejercito más fuerte y preparado del mundo, pero que sería diezmado por los Estados Unidos del América, junto a una coalición de 30 países que se sumaron a la guerra, lo que me llevó a comprender que la guerra había sido el cumplimiento de una antigua profecía no cumplida en el pasado, revelada en el libro del profeta Jeremías, 50:35-46, sobre el reino de Babilonia, ahora, la actual Irak.
Lo que estaba ocurriendo en mi, en cuanto a la compresión de estas cosas, era que Dios había puesto en mí un espíritu de conocimiento, el cual, ya me lo había hecho saber, por medio de una sierva de Dios que ministró nuestra congregación, en una rueda de oración en la que participé, en la cual, vio descender sobre mi ese don, para entender la palabra de Dios, y comprender, en tal sentido, las profecías que estarían por cumplirse.
En ese tiempo me encontraba indagando acerca de cómo sería el cumplimiento de esa incomprendida profecía de la semana 70, descrita en el libro de Daniel, capítulo 9, que evidentemente habría de cumplirse para el futuro, pero no de la forma como una gran mayoría lo habían creído, quienes la interpretaron como una semana de 7 años de gran tribulación que iniciaría con un pacto o acuerdo que haría la bestia (aquella que era, no es, y será), con el Estado de Israel; y que a la mitad de la semana se rebelaría en contra de ese pacto.
Hay una mala comprensión de lo que representa el tiempo apocalíptico, lo cual hacen creer que el término Apocalipsis es sinónimo de destrucción y juicio; pero, realmente eso no es así.
Apocalipsis significa: la revelación, en este caso, la revelación de la voluntad de Dios escritas desde tiempos antiguos, que se muestra por medio de las señales, y esto, no solamente respecto al futuro, sino también, de cómo las señales se han venido cumpliendo desde el pasado, que afectarán a este futuro.
Por eso a Juan se le dijo:
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
Apocalipsis 1:19
En mi indagación, Dios me iluminó por medio de un varón que estaba junto a mi, al cual Dios usó para que me indicará que en ese versículo (Daniel 9:27), se encontraba aquello que el apóstol Pablo dejó escrito, en su segunda carta a los tesalonicenses, que algo detiene la manifestación del anticristo. Aunque sé que ese varón no sabía lo que estaba señalando, ya que el mismo era un nuevo creyente de seis meses de convertido a Cristo, mas yo lo comprendí todo de inmediato; por ahora, no quiero ahondar en esa explicacion, para no perder la idea de lo que vengo diciendo.
Pero, entonces, eso lo hizo más asombroso, ya que si Dios no usa a alguien para indicármelo, quizás me hubiera llevado mucho tiempo comprenderlo; de manera, que ahora, por la voluntad del Señor, la enseñanza saldría a la luz en ese libro que estaba escribiendo.
Sin embargo, después de 34 años de su publicación, la mayoría de los creyentes en Jesucristo no la conoce, y aquellos que la conocen, no la creen aún.
Pero también sé, que como el engaño ya había sido sembrado en la mayoría de las diferentes congregaciones a lo largo de casi 200 años, iniciado a través de un creyente ingles, llamado: John Nelson Darby. (1800-1882).
Ocurre, entonces, lo del dicho de nuestro Señor acerca de la parábola del vestido viejo y el nuevo, o los odres viejos y los odres nuevos, que siempre deciden por quedarse con lo viejo, con las costumbres arraigadas, y dicen: " lo añejo es mejor."
Prefieren romper el vestido nuevo, para remendar el viejo, porqué le es muy difícil desprenderse de lo primero que está mal. Y no aceptan el vino nuevo en sus odres viejos, porque saben que los odres viejos se romperán, y eso no es lo que quieren.
Desde un principio yo había comprendido, que para saber acerca de esta última semana, debía tener una clara compresión del propósito de ese tiempo; como, ¿para qué serviría?, y ¿en función de qué se determinó ese tiempo sobre los judíos y Jerusalén, la santa ciudad?.
De manera, que sería de gran ayuda el conocer el contexto histórico por el cual Dios decretó tal tiempo.
El rey Artajerjes de Persia dio la orden a Nehemías, copero del rey, para que fuera a Jerusalén a reconstruir las murallas derribadas. Pero esa orden no fue la que inició el conteo de las setenta semanas, debido a que las setenta semanas debían de comenzar inmediatamente después de cumplidos los 70 años de la cautividad en Babilonia, sin que hubiera ningún tiempo intermedio entre el fin de aquellos 70 años y el inicio de las setenta semanas. como lo indica el versículos 25 de Daniel 9; por eso podemos leer al inicio del capítulo 9 de Daniel, que él consideraba el tiempo de las desolaciones por setenta años de la cual habló el profeta Jeremías. De manera, que lo que verdaderamente inició ese tiempo, fue la orden del rey Ciro de Persia para la construcción de la casa de Dios en Jerusalén, inmediatamente después de haber finalizado los 70 años de la deportación a Babilonia como señal de la activación del pacto que fue suspendido con la destrucción del primer templo.
Dios deshizo el pacto que había dispuesto con Israel, bajo condiciones precisas, para que su nombre estuviese en Jerusalén como lo había indicado, siempre y cuando, él no fuese menospreciado y olvidado por su pueblo, lo cual finalmente hicieron (1 de Reyes 9). Por eso fueron echados de Jerusalén, y el templo fue destruido (2 de Reyes 23: 26-27), y permaneció así por los 70 años, cuyo tiempo también fue determinado y registrado en el libro de profeta Jeremías (25:11), hasta que se cumplieron los 70 años, como se evidencia en el segundo libro de Crónicas 36:21 al 23; siendo, pues, este hecho descrito en esta cita, el inicio de la activación del tiempo de las setenta semanas.
Luego, la orden dada tiempo después a Nehemías por el rey Artajerjes, fue una orden subsecuente a la primera, la cual fue motivada por una solicitud humana, mientras que la primera orden, fue en virtud de un mandato directo de Dios a su ungido, Ciro, quien había sido escogido para este propósito, como estaba escrito en el libro de Isaías, capítulo 44, versículo 28, y capítulo 45, del 1 al 7, doscientos años antes de nacer Ciro. Orden que fue obedecida sin titubeo, a la altura de quien lo demandó, como está escrito:
..."que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado."
Isaías 44:28
Entonces, el templo, desde la misma salida de la orden para su edificación constituyó el inicio de la restauración del pacto hasta su total construcción, tiempo que abarcó las primeras siete semanas que fueron distinguidas en dicha profecía, de las siguientes sesenta y dos semanas, para indicar que dicho tiempo correspondería al tiempo pascual, necesario para la restauración del pacto, cuyo vínculo, como lo pueden observar, es el templo.
Ahora bien, en la orden de las setenta semanas determinadas, estaba establecido el tiempo para la manifestación del Mesías, donde se le quitaría la vida, para que con su muerte finalizará el cumplimiento de la siguientes 62 semanas, después de restaurado el pacto, con el propósito de expiar la iniquidad y la prevaricación de Israel y el pecado de los gentiles, para que tanto judíos como gentiles fuésemos redimidos de la esclavitud de la muerte en esa expiación.
Fue en ese momento de su muerte, cuando por segunda vez, Dios deshizo su primer pacto, como ya he explicado, por lo cual, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a bajo. (Mateo 27:51).
La destrucción del templo en el año 70 sólo fue una consecuencia inevitable del rompimiento del primer pacto como quedó escrito en Hebreos, cuando dice:
..."Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer."
Hebreos 8:13
En el año 70 dc, desapareció, pues, de un todo, el primer pacto, con la destrucción del templo por los romanos, aquel fatídico 9 de Av del año 3830 del calendario hebreo.
Abriéndose, pues, desde la muerte del Mesías, un nuevo paréntesis, ahora por 1970 años, para en un futuro volver a confirmarlo por la semana faltante. (Daniel 9:27a).
No olvidemos que las setenta semanas fueron determinadas en función de la restauración del primer pacto, como ya lo he dicho, para alcanzar la pletitud de los gentiles.
Estos 1970 años fueron simbolizados en base a aquellos 70 años de la primera deportación, por eso leemos en Jeremías 25:12 que cuando fueran cumplidos los 70 años, Dios castigaría al rey de Babilonia por su maldad. Pero, por su puesto que este versículo profético no pudo cumplirse en el pasado, debido a que el imperio de Babilonia ya no existía para cuando aquellos 70 años de la deportación se cumplieron; de manera, que ese versículo corresponde a un segundo exilio.
Está vez, por espacio de 1970 años hasta la existencia de un nuevo rey en Babilonia, en quien pudiera recaer el castigo profetizado en esa profecía.
Estos 1970 años, pues, culminaron en el año 2003, específicamente, el 26 de febrero de ese año, día en el cual Israel recibió el perdón por su pecado, como fue indicado en el libro del profeta Oseas, capítulo 5, versículo 15, y capítulo 6, del 1 al 2, los cuales dicen:
Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.
Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.
Oseas 5:15 y 6:1-2.
La fecha 26 de febrero del año 2003, quedó registrada en el libro del profeta Hageo (1:15) en los sucesos de la reedificación del segundo templo, como fecha de inicio de su reedificación, debido a que la obra su detuvo durante 42 años (Esdras 4).
El 26 de febrero del año 2003, corresponde al 24 del mes sexto del año 5763 para el inicio de la confirmación del pacto, hasta cumplidos los 2595 días que contiene dicha semana, hasta el 5 de abril del año 2010, correspondiente al 21 de Nisán del año 5770 del calendario hebreo, día final de la pascua pará ese año, conformándose de este modo, el tiempo pascual necesario para la debida restauración del pacto.
La semana 70, en sí, contiene 2520 días, más le fueron añadidos 75 días más desde la mitad de la semana, hasta abarcar los 1335 días (Daniel 12:11-12); de manera, que está última semana contiene 2595 días como he mostrado, y su proyección, desde el día 26 de febrero del 2003, hasta el 5 de abril del 2010, para conformar el tiempo pascual, no es casual, esto no tiene excusa.
Es, pues, en este contexto, que al cabo del cumplimiento de estos 1970 años, tuviera que existir un rey en Babilonia para que la palabra dicha por el Señor en Jeremías 25:12, pudiera cumplirse a satisfacción.
Ese rey fue Saddam Hussein, el cual salió del poder el 20 de marzo del 2003, cumpliéndose a la perfección dicha profecía, como fue noticia para el mundo entero en su época.
En Internet están los archivos de esos sucesos que marcaron el cumplimiento profético, los cuales fueron desconocido por todos.
Guerra de Golfo Pérsico del año 2003:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Invasi%C3%B3n_de_Irak_de_2003
La confirmación del pacto como hecho consumado, le pone punto final al mundo, y poner en sobre aviso, el destino de la humanidad que se encuentra confrontada ante está cruda realidad, como lo están evidenciando.
Estamos viviendo desde del año 2010, año 5770 del calendario hebreo, un tiempo de gracia que debemos utilizarlo sin demora por aquellos que por medio de esta revelación están consciente del poco tiempo que nos queda.
La semana no son solamente siete años, sino que son tres períodos de siete años.
Porque como lo he dicho en otros escritos, la septuagésima semana es como un ser viviente, que tiene espíritu, alma y cuerpo, cuyo espíritu es la restauración del pacto en el tiempo pascual.
El segundo período, el alma, se denomina: la fiesta de los tabernáculos, en cuyo tiempo entró la plenitud de los gentiles, que optarán a la salvación, el cual se cumplió desde el 28 de septiembre del 2015, hasta el 5 de noviembre del 2022.
La señal para su inicio fue al manifestación de la última luna de sangre de la tétrada del lunas de sangre 2014-2015, manifestada ese 28 de septiembre del 2015, que correspondió al primer día de la fiesta de los tabernáculos de ese año, correspondiente al 15 del mes séptimo del año 5776 del calendario hebreo (Levítico 23:34).
Habiendo ya entrado la plenitud de los gentiles para el 5 de noviembre del 2022, se inició el tiempo para la salvación de Israel desde el 7 de octubre del año 2023, con la señal representada por la peor masacre registrada desde el Holocausto de los judíos en toda Europa.
Este hecho ocurrió el 22 del mes séptimo del año 5784 del calendario hebreo, que corresponde al día siguiente de haber concluido la fiesta de los tabernáculos de ese año, lo que nos revela el vínculo existente entre el segundo período ya concluido, con el comienzo del último, como lo han visto, el cual activó de inmediato, los últimos 7 años que concluirá a finales del año 2030 donde todos, judíos y gentiles seremos sometidos a la prueba final donde será refinada nuestra fe, mucha más preciosa que el oro, para estar preparados para el gran encuentro con nuestro Salvador. Amén.